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Esta mujer renunció a usar dinero. Mira lo que pasó

Descubrió que no era feliz en su trabajo y que la mayoría de lo que tenía, no lo necesitaba. Entonces dejó todo lo que no cupiera en una maleta y empezó a vivir de la generosidad de otros, ofreciendo sus servicios a cambio. Lo que descubrió, cambió su vida.

Cuentas, cuentas, cuentas. Dinero, dinero, dinero. “Cuanto tienes, cuanto vales”. Un buen día, Heidemarie Schwermer, psicoterapeuta alemana, se aburrió de todo eso y se preguntó si sería posible vivir sin usar dinero. Parecía una locura, incluso para ella misma, pero lo consiguió.

Hoy hacemos una revisión póstuma de su vida, pues los últimos meses no sólo se llevaron a grandes artistas como Prince, David Bowie y Lemmy Kilminster, sino que también a Heidemarie Schwermer, que el pasado 23 de marzo, murió de cáncer.

Cómo empezó todo
Heidemarie nació en 1942, en Memel, Prusia Oriental y provenía unafamilia de refugiados de guerra, tras la expulsión masiva de alemanes por tropas soviéticas, al final de la Segunda Guerra Mundial (de hecho, su ciudad natal ahora se llama Klaipeda y actualmente pertenece a Lituania). Creció en la pobreza en Dortmund, al otro extremo de Alemania. Poco a poco su familia se fue recuperando económicamente, hasta que su padre instaló una fábrica de tabaco y el dinero empezó a llegar en abundancia otra vez. Tras ello, trabajó como profesora por 20 años y luego se dedicó a ser psicoterapeuta. Tenía una consulta donde le iba muy bien. Además, tuvo dos hijos, y tres nietos.
Sin embargo, había algo que le hacía ruido. Desde su llegada a Dortmund, le inquietaba la cantidad de personas viviendo en la calle. También le impactó profundamente una visita que hizo a Chile, a fines de la década de 1960. Pensando que los indigentes no necesariamente necesitarían solo dinero para integrarse más en la sociedad, sino que más bien reconocimiento y consideración,fundó en 1994 el Centro Dar y Recibir. Esto, a la larga, sería un punto de inflexión en su vida.

En este centro, se podían intercambiar bienes y servicios, por otros bienes y servicios, sin utilizar nada de dinero. Servicios de gasfitería se intercambiaban por servicios de reparación, ropas por alimento, y así sucesivamente. Los indigentes desconfiaban bastante del sistema al comienzo, pues dudaban que gente de otras clases sociales se interesaran en sus servicios. Y de hecho, comenzaron a utilizar el servicio primero los jubilados y cesantes, que le dieron una gran fama y éxito local a este centro. Esto hizo que Heidemarie se comenzara a cuestionar algunas cosas.

Se dio cuenta que vivía con muchas cosas que realmente no necesitaba. Por lo tanto, decidió no comprar nada nuevo, sin primero deshacerse de otra cosa. Luego, se dio cuenta que era bastante infeliz en su trabajo. Sentía un dolor constante en su espalda y un malestar generalizado. Consideró que eso se debía a su propia infelicidad y al estrés que esto le causaba. Por lo tanto, en vez de limitarse a quejarse y reclamar, decidió hacer algo concreto:escogió otro trabajo. Uno que le diera satisfacción realizar.

Comenzó a lavar platos por 10 marcos la hora (7 euros o 5 mil pesos chilenos actuales), lo que para el estándar y costo de la vida en Alemania, era algo bastante bajo. Sus amistades le decían que cómo se le ocurría hacer tal cosa, si acaso había ido a la universidad “para eso”. Pero a Heidemarie le pareció que lo importante no era el trabajo, sino quien lo realiza: un ser humano igual que ella. Por lo tanto, estudios más o estudios menos, ella no “valía” más o menos que alguien que lavara platos o hiciera el aseo para vivir.

Ya en 1995, su vida había cambiado muchísimo. Tras un tiempo con elCentro Dar y Recibir, notó que prácticamente no estaba gastando dinero en vivir, pues era feliz entregando y recibiendo, haciendo cosas por los demás y dejando que los demás hicieran cosas por ella. Así que un buen día, cuando cuidaba a un bebé a cambio del almuerzo del día, decidió vivir sin dinero por un año.

Un año sin usar dinero

Hildemarie vendió practicamente todo lo que poseía, incluso su departamento, dejando sólo lo esencial y que cabía fácilmente en una maleta. El dinero, se lo transfirió a su familia. Renunció a su trabajo. Cerró su cuenta corriente. Comenzó a vivir en forma “nómada”, yendo de la casa de un amigo, a la casa de otro. Intercambiaba favores y servicios por cualquier cosa que necesitara. Su intención, en un comienzo, era hacer el experimento de vivir así sólo por 12 meses y luego volver “a la normalidad”.

Pero percibió que había algo distinto. Al comienzo estaba llena de miedos. Temía por su salud. Por lo que pasaría. Sin embargo, se fue dando cuenta poco a poco, que esos miedos eran infundados. En cambio, pudo notar con plena claridad, los actos desinteresados de las personas. Experimentó momentos de curiosas coincidencias, donde le ofrecieron objetos o servicios que justamente necesitaba, en el momento preciso. Se dio cuenta que ahí estaba su vida. Y no quiso volver atrás.

En efecto, terminado el año experimental, notó que su calidad de vida se había elevado en tal forma, que jamás quiso terminar el experimento. Así que prosiguió, por 20 años más. Literalmente hasta el día de su muerte.

Una vida sin dinero

Heidemarie se lanzó a vivir sin dinero. Su principal motivación, era difundir el hecho de que es posible hacerlo, pero que para ello, es necesario cambiar nuestras prioridades. Ir desde el acaparar, al dar a otros. Desde el miedo, a la confianza.

Su rutina consistía básicamente en aceptar el ofrecimiento de quedarse en alguna casa, donde realizaba algún trabajo a cambio de permanecer en el lugar. Se quedaba lo suficiente para ayudar en lo que fuera necesario, generalmente una semana, y luego seguía su camino, incluso a pesar de que en numerosas ocasiones le pedían que por favor estuviera más tiempo. Pero ella encontraba que sería injusto no hacerle compañía a otras personas que también lo necesitaban. De hecho, era tan solicitada que nunca pasó un solo día durmiendo en la calle.

Otras veces, la invitaban a dar charlas y conferencias, para lo que pedía que la transportaran de ida y de vuelta. Cuando recibía dinero, lo regalaba o donaba. Aunque de todas formas mantenía una pequeña reserva de 200 euros en caso de que ocurriera una emergencia que no se pudiera solucionar de otra manera.

En su vida cotidiana, generalmente el alimento lo obtenía cambiando servicios por comida. Por ejemplo, haciendo el aseo en algún lugar, haciendo jardinería, lavando ventanas o cuidando niños. La ropa generalmente se la regalaban amigos, donando a su vez aquella que no cabía en su maleta.

Sus planes y la ruta que llevaba, casi siempre los dejaba al azar. Tenía un pequeño cuaderno donde anotaba los compromisos a los que había sido invitada, pero aparte de eso, generalmentedejaba que las cosas ocurrieran. Muy a menudo, vivía episodios de serendipia (¿Qué es eso? ¡Pues acá hay un excelente artículo que lo explica!): necesitaba comida o algún objeto, y encontraba comida o bien alguien le ofrecía exactamente lo que necesitaba. Tras numerosas veces en que esto se repitió, terminó por entregarse con confianza a lo que le deparara cada día.

Su familia no estaba exactamente feliz con esto al comienzo, pero, aunque les veía pocas veces al año, poco a poco fueron cambiando su parecer, hasta terminar sintiéndose orgullosos de la determinación que había tomado.

Nunca tuvo la intención de que su vida se volviera tan pública y conocida. Sin embargo, tras vivir durante varios años así, una editorial la convenció de escribir sobre su experiencia y terminó escribiendo tres libros: “Mi Vida sin Dinero” (del 2001, cuyo nombre original "Die Sterntalerexperiment", se traduce literalmente como “El Experimento de Monedas de Estrella”, en referencia a este bellísimo cuento de los Hermanos Grimm), WunderWelt ohne Geld (del 2012, y que se traduce como “Un mundo maravilloso sin dinero”) y Die Sterntalerexperiment II: Mein Weg nach innen ("Mi Camino Interior", del 2014). Todo el dinero recaudado por concepto de honorarios y derechos de autor, fue donado a varias fundaciones de caridad que Heidemarie apoyaba.

En algún momento, su fama se elevó tanto en Europa, que se grabó una película sobre ella (el documental “Living without money”, que pueden ver en el video de más arriba) e incluso fue llevada a programas de televisión, donde terminó teniendo muy malas experiencias. Tras una aparición en la RAI, fue atacada verbalmente de manera muy agresiva e incluso le revisaron en público el contenido de su maleta. Después de eso, dejó de aparecer en televisión.

De todas maneras, ella se veía como una especie de peregrina, que transmitía la filosofía de que tener una vida sencilla, es efectivamente generar un cambio pequeño, pero cambio al fin, en el mundo. Pensaba que era el aporte que podía hacer en esta vida.

Y en efecto, Hildemarie no estuvo sola en esta idea. Otras personas que han realizado experiencias similares, como Carolien Hoogland, quien lo hizo por un año durante el 2010 y su vida cambió profundamente tras ello (mira acá su charla TEDx) o como Rob Greenfield quien es un activista, cuya misión es despertar la conciencia sobre toda la comida que se desperdicia en EE.UU. y en el mundo.

Charla en TEDx de Heidemarie (ojo que solo tiene subtítulos en inglés). TEDx.

¿Qué podemos aprender de su ejemplo?

No se trata, claro, de deshacernos en forma instantánea de todas nuestras pertenencias y salir corriendo, salvo que sea algo que realmente desees intentar. Para el resto de nosotros, más bien, es importante rescatar algunos principios muy valiosos que Heidemarie Schwermer llevó a la práctica:

  • Simplicidad: Heidemarie se dio cuenta que muchas de las cosas que tenía, eran superfluas. Por lo tanto, decidió deshacerse de ellas. Muchas veces, nosotros gastamos tiempo y energía, en conservar objetos o posesiones que no aprovechamos y que son justamente eso: un despilfarro de tiempo y energía preciosos. ¿Qué cosas importantes o pequeñas que amaríamos hacer, estamos perdiéndonos por retener tantas posesiones inútiles?

  • Desinterés: Cuando uno hace algo por otros, sin esperar una recompensa a cambio (especialmente monetaria), incluso sin esperar reconocimiento o siquiera un “gracias”, cosas interesantes comienzan a ocurrir. Aparte de que esto reduce radicalmente nuestro estrés, al no estar pendientes de lo que dijeron o no, de lo que hizo o no hizo el resto, pasa que otras personas notan nuestro comportamiento y entramos en un círculo virtuoso de relaciones humanas. Empezamos a recibir ayuda o favores inesperados, y el mundo comienza a ser menos hostil a nuestro alrededor, pues dejamos de actuar pensando que el mundo debe operar en función de nosotros. Sin olvidar, naturalmente, que se trata de una forma muy noble de actuar.

  • Solidaridad: La competencia no es la única forma de relacionarse con los demás. Una forma mucho más sana, es hacerlo a través de ayudar al resto y dejarse ayudar. Nos sentimos útiles y permitimos que otros también se sientan así. Desde la ayuda mutua, es posible construir relaciones más humanas, que ya no se basan en el control o la dominación de los demás, sino que están construidas desde el amor y desde la seguridad de que nadie se siente amenazado. Todas las partes salen ganando, en especial nuestra salud mental.

  • Empatía: En su recorrido, Heidemarie pudo darse cuenta de que, a pesar de no tener dinero, había personas que sí tenían dinero, pero que estaban en peor situación que ella. Que tenían mayores necesidades. Es por eso que consideraba que su misión en la vida era mejorar el mundo. Al ponernos en el lugar de los demás, somos menos dados a prejuzgar a las personas y podemos comprender mejor sus motivos. Esto abre la puerta a un mundo totalmente nuevo (para muchas personas), donde es posible ayudar en forma desinteresada y es posible buscar soluciones en conjunto a los problemas que nos aquejan, lo que sin duda es tremendamente más eficaz. Asimismo, nuestra experiencia humana se enriquece de una forma incomensurable.

  • Valorar los pequeños gestos: A veces, un pequeño gesto de amabilidad nos puede dar una amistad para toda la vida. O mejorar por completo nuestro día y el de otra persona. No todo, entonces, es palpable. Hay valores que van más allá de lo que pueda pagar el dinero. El manifestar respeto y consideración por el otro. El desinterés. La empatía. La ayuda mutua. Principios que pueden hacer nuestra vida mucho más feliz, más sana, y más consciente.

Les dejamos con algunas palabras de Heidemarie, para concluir:

“Creo que debemos cambiar algo en el mundo. La brecha entre pobres y ricos se hace cada vez más grande. Por un lado hay gente muriendo de hambre y en el otro extremo, se vende un cuadro de Picasso que vale 159 millones de dólares. También está la cantidad de comida desperdiciada.¡El sistema es una vergüenza! El concepto de “dar y recibir” es una respuesta alternativa a toda esa locura. Con este nuevo sistema todo el mundo empieza a hacerse responsable de sí mismo, del mundo y de otra gente. En vez de competir y envidiar, compartimos, ayudamos a los otros y queremos a nuestros vecinos y a los demás. La idea es hacernos preguntas para conocernos más a nosotros mismos y a los demás. Por ejemplo: ¿qué es lo que realmente necesito? ¿Quién soy y qué es lo que verdaderamente me gusta? Las próximas preguntas deberían ser: ¿Por qué no me agrada esa persona? ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor respecto de él o ella? Los demás son un espejo para nosotros mismos, nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos.

Luego de todo esto, uno debería cuestionarse qué puede hacer por la sociedad, dónde puedo encontrar algo que pueda compartir con los demás y cuál es mi lugar en este mundo. Y finalmente: ¿confío lo suficiente en la vida? ¿Puedo sentir esta nueva visión del mundo que tiene que ver con entender que es la propia humanidad la que nos hace dignos, y no las posesiones o los actos? La idea de “dar y recibir” tiene cuatro tonos que representan las preguntas: 1. De mí para mí. 2. De mí para ti. 3. De mí para ustedes. 4. De mí para el todo.”

¿Te atreverías a vivir de esta forma? ¿Crees que sería posible un mundo así?

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